martes, 7 de julio de 2009

Ni perdón ni olvido. Castigo para los asesinos



El perdón pedido por el presidente piruetas Uribe de la casa de Nari , presentado por los grandes medios de comunicación como un hecho extraordinario, es una insipidez y no es más que politiquería barata propia de un mandatario en campaña.

Un político rodeado de multitudes, cargando al niñito –barriga parasitaria a la vista-para la foto, dándole besitos a la viejita del barrio popular, comiendo en la plaza de mercado, son las imágenes más comunes de los politiqueros en campaña. Pero hacer campaña, con el dolor de las víctimas, eso es la primera vez que lo vemos en este país del sagrado corazón.

Unas victimas que no tiene un marco jurídico serio que las proteja, unas victimas que no tienen una reparación digna, que nunca podrán saber la verdad sobre el paradero de sus seres queridos, pero que sobre todo no tendrán justicia de esas muertes, reciben como una burla las lágrimas electoreras del narcoparamilitar uribe vélez.

Si de verdad se tratara de un verdadero gesto de perdón, uribe tendría que aceptar públicamente su compromiso mafioso y paramilitar como recurso para llegar al poder. Si su gesto fuera cierto y sincero, permitiría el regreso del Cabo Pablo Moncayo al seno de su familia como primer gesto para abrir caminos de salida política al conflicto. Ordenaría a las FFMM el respeto a los DDHH de los opositores políticos y garantizaría el libre desarrollo del disenso y de la contradicción política. En fin, pararía el terrorismo de Estado.

Pero no, uribe sabotea la aprobación de una ley que proteja a las víctimas, garantiza la impunidad con la ley de justicia y paz, entrega las instituciones del estado al servicio paramilitar y mafioso. Uribe contrario a lo que afirma, se compromete con la guerra, empreña el país a las banca internacional, rifa el patrimonio de los colombianos a las multinacionales, extiende los impuestos para financiar la guerra y bajo su soberbia compulsiva por el poder se tejen toda suerte de delitos para preservar los privilegios de un régimen mafioso y paramilitar. Uribe es sinónimo de muerte, de guerra y de sufrimiento para el pueblo colombiano, por eso su pedido de perdón no es serio, contrario a lo que afirman los medios oficiales, uribe le falta al respecto a las víctimas del terrorismo de Estado.

Ni perdón ni olvido. Castigo para los asesinos

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