La Negra Piedad
Notas de Juan Cendales
Bogotá, noviembre 27 (PCC). Era increíble ver llorando desconsoladamente a Piedad Córdoba, la negra más alegre del mundo, que hace muy pocos días decía en una entrevista radial que se sentía más contenta “que marrano estrenando lazo”. Y tenía razones para estar feliz. Así la extrema derecha colombiana no lo quiera reconocer, habían avances por los cuales alegrarse en las tareas que junto al presidente Chávez adelantaba.
Piedad era la estrella del momento. Y sabiendo en lo que estaba y las posibilidades de ayudar en un problema de diez años que se había vuelto un circulo vicioso, Piedad no paraba un segundo. Todos los días estaba en un sitio diferente. En una semana iba tres veces a Caracas, dos veces a Estados Unidos o de pronto estaba en la selva hablando con la guerrilla o con los familiares, con políticos, con industriales, con académicos. Tejiendo la esperanza de la paz y el intercambio en forma admirablemente incansable. Tanto era su empeño que hasta el presidente Uribe varias veces reconoció públicamente lo valioso de su aporte.
Pero bastaron unos segundos, veinte segundos de una llamada a un General y una lacónica carta de cinco líneas escritas en la mezquindad de la media noche, para que Piedad dejara de ser la heroína y la esperanza y se convirtiera, en una “traidora a la Patria”, acusada ante la Corte Suprema de Justicia de “concierto para delinquir” y el presidente Uribe la acuse de componendas y de haber tenido torvos propósitos en su gestión humanitaria.
Entonces ella, la guerrera de ébano puro, la mujer de la carcajada suelta y desenfrenada, estalló en un mar de lagrimas, cuando frente a un grupo de los desconsolados familiares de los secuestrados y rehenes trataba de explicarles lo que ellos jamás entenderán y jamás perdonarán.
Hoy, la extrema derecha, los amigos, socios y copartidarios de los parapolíticos, los que invitaron a los asesinos de la motosierra al Congreso y los aplaudieron a rabiar, pretenderán crucificar a Piedad Córdoba en el Senado, en una sesión convocada para hacer el balance político de las gestiones por el intercambio. La presidenta del Congreso, Nancy Patricia Gutiérrez, quien fuera una de las que conspiró contra las gestiones de Piedad, pretende que sea una sesión reservada. La Negra Piedad reclama que sea una sesión abierta, de cara al país y al mundo.
Pero Piedad no estará sola. Con ella no solo estarán los parlamentarios decentes y amigos de la paz y el Acuerdo Humanitario. También estarán todas las almas generosas del mundo.
Y las lagrimas desconsoladas de los familiares de los secuestrados y rehenes, la amargura de ellos, la tristeza de los presos políticos.
Pero también el coraje de que hay que seguir adelante y que algún día la vida triunfará sobre la muerte.
La comunidad tenía razón
Paras y militares habrían actuado juntos en la masacre de San José de Apartadó. Tanto, que la semana pasada fue capturado un capitán del Ejército. Más información.
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