domingo, 14 de octubre de 2007

Los soplones y testigos de la seguridad democrática

Por: Juan Cendales
Cuando el proceso de la parapolítica avanza vertiginosamente desvertebrando a cuestionados partidos uribistas y llega hasta la propia familia presidencial, surgen de pronto, como por casualidad, como de la nada, dos testigos que dicen que la Corte Suprema de Justicia les ofreció dinero y otras prebendas para que declararan en contra del presidente Uribe.Uribe mismo destapa la noticia, entra en cólera y hace el reclamo furibundo. Pero no lo hace ante los tribunales. El, que se proclama el defensor último de las instituciones y los valores de la democracia, lo hace en los medios. El hombre más trabajador del mundo, el de la consigna de trabajar, trabajar y trabajar se dedica durante todo un día a visitar todas las emisoras y a llamar a todos los periodistas para denunciar el complot contra él.No se trata ahora que políticos corruptos hicieron pactos criminales con los criminales.No. Es un complot contra El.No se trata de que el Congreso de la República se lo tomaran los criminales.No. Es un complot contra El.No se trata de que su primo este cuestionado, su hermano esté cuestionado, sus más fieles escuderos estén presos y que hasta la OEA ya no le crea.No. Es un complot contra El.Y para demostrar el complot faltaban los testigos.Y los testigos que se necesitaban aparecieron. Testigos contra la incómoda Corte. Testigos contra los magistrados que procesan a los criminales. Testigos salvadores.Pero se les ha caído la careta. Son los testigos de la seguridad democrática. Testigos clonados. Profesionales. Testigos de poner. Testigos prestos a declarar en cualquier sitio y contra cualquiera. De los mismos testigos y soplones que encapuchados hicieron detener a miles de campesinos y personas inocentes en las famosas redadas masivas o pescas milagrosas. Testigos que utilizaron para pretender juzgar a sindicalistas, opositores y otros desafectos del régimen.El segundo testigo que ha “aparecido” para hundir a la Corte es Eduin Guzmán. Era un Sargento del glorioso Ejercito Nacional. Luego fue promocionado al paramilitarismo. Y todo indica que posteriormente lo graduaron de testigo. Función en la que se desempeñaba en forma extraordinaria por diferentes ciudades, juzgados y procesos. Hasta que los propios Fiscales empezaron a dudar de sus testimonios. Y ahora “apareció”. Así de repente. Apareció en el Consulado de Colombia en Nueva York. Para declarar contra los magistrados de la Corte.Aparición por supuesto muy conveniente. Entonces la gente que dudaba dirá sorprendida: ah, pero ya no es uno sino dos testigosY el Presidente podrá enfurecerse otra vez. Y hasta Pachito, triste y regañado, pero se enfurecerá. Fernando Londoño llorará de la piedra y el Ministro del Interior exclamará con su mejor cara de Ministro preocupado que el asunto es muy grave y que no puede haber solidaridad en la Corte. Y por supuesto que no puede haber solidaridad con la Corte.Que la solidaridad es con el presidente perseguido.Y ya.

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