Jaime
Guaraca es el guerrillero más antiguo de las Farc. Sobrevivió a la
operación Marquetalia de 1962, creó el frente que dio origen al bloque
Magdalena Medio y se define como el último de los insurgentes educado
por los comunistas. Por su historia
tiene autoridad para hablar de las posibilidades de paz en este nuevo
acercamiento con el gobierno, opina sobre el secuestro, la justicia y
las opciones de poder de la organización. EXCLUSIVO.
En un apartamento de un
barrio de La Habana ya llegó la navidad. Cerca de la entrada, sobre un
viejo mueble, un arbolito adornado con bolas, campanas y luces indica
que se preparan para el fin del año. Es claro que allí no vive una familia cubana. En este país no visten los hogares para la fiesta de diciembre.
La extensión de los bombillos de luz alcanza para bordear un cuadro que está en la pared. Es el retrato del fundador y máximo jefe de la guerrilla colombiana de las Farc: Manuel Marulanda Vélez. La foto vestida de navidad se convierte en homenaje.
El dueño del lugar es una leyenda viva de la historia de la
violencia en Colombia. Y por eso es el autor de este homenaje que solo
algún guerrillero podría hacer. Se trata de Jaime Guaraca, el más
antiguo miembro
de éste grupo armado que vive en la Isla hace al menos una década.
Marulanda y Guaraca ingresaron juntos a la organización en los años
cincuenta, tras la “pacificación” del gobierno de Rojas Pinilla y el
recrudecimiento de la violencia conservadora.
El ejército colombiano encontró hace poco un documento
firmado por Guaraca que data de junio del 2008. Es una pequeña
biografía, quizás el texto más íntimo escrito sobre Marulanda, en la que
se cuentan detalles de la formación del grupo guerrillero y la
resistencia de “52 hombres y 2 mujeres” a la operación Marquetalia, una
estrategia del gobierno de Guillermo León Valencia para acabar con el naciente grupo insurgente en 1962.
El cuadro iluminado es un encuentro con la historia. Junto a él, hay
un todo un santuario fariano. Banderines, escudos, consignas
revolucionarias e imágenes de líderes de esa organización. Como ‘Raúl
Reyes o ‘Alfonso Cano`. El apartamento tiene una atmósfera especial.
La coyuntura lo es igualmente. Guaraca recibe a Confidencial Colombia
en su casa habanera, un día antes del inicio de los anhelados diálogos
de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Farc; 24 horas antes de
que este nuevo intento por acabar el conflicto que ha desangrado a
Colombia, y del cual este personaje ha sido testigo de excepción.
Una pareja de jóvenes colombianos son la guardia del histórico
guerrillero. Viven con él hace algunos años. Son los encargados de
atenderlo y de cuidar su delicado estado de salud, motivo por el cual
debió emigrar a la isla hace más de una década.
La voz de Guaraca, es la de un hombre viejo, la de un campesino
tolimense que pareciera que acaba de salir de su finca. Viste una
camisa roja, un pantalón azul y unas sandalias café. Ropa apropiada para
el soleado día que hace en La Habana.
Mira con desconfianza pero se le nota la intención de hablar. Toma
asiento da la mano y ofrece un trago de ron. Y después de romper el
hielo, comienza a contar su historia.
Las Farc, una historia
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia son la guerrilla más
antigua del continente. En la memoria de sus viejos comandantes reposan
sus razones sobre conflicto y la de la degradación de la guerra.
La conversación de Guaraca entonces, se al pasado. al tiempo
histórico argumenta su postura y respalda sus ideas. El diálogo con
Jaime Guaraca se devuelve a los últimos años de la década del 50 y los
primeros de la del 60.
En su silla mesedora le contó a Confidencial Colombia la historia del grupo guerrillero. |
“¿Cuál es la importancia de que figuras emblemáticas como el
‘Sargento Pascuas’ hagan parte del equipo negociador de la guerrilla en
pleno 2012 para hablar con el gobierno?” pregunto. Él, en lugar de
responder, cuenta una anécdota sobre el apodo de este antiguo compañero
de armas, al que según él no se le debe decir Sargento.
“Miguel (Pascuas) llegó a la organización en 1961, y en la
conferencia guerrillera que habíamos tenido en el 58 decidimos abolir
los cargos militares en la estructura. Algunos eran capitanes, otros
cabos, pero desde ese momento, se quitaron esas reglas. Inclusive,
Manuel Marulanda Vélez dijo que a partir de ese momento todos se
llamaban por su nombre y apellido”, dice Guaraca.
Acomoda su mesedora y recuerda las épocas en las que Jacobo Frías
Alape, alias ‘Charro Negro’, y ‘Manuel Marulanda’ comandaban a un grupo
de jóvenes revolucionarios y les daban rangos ajenos a la de los
militares.
“El Davis y Marquetalia son el primer ejemplo de la resistencia
campesina en Colombia”, apunta. Se refiere a dos de los eventos que
marcaron la estructura ideológica y militar del grupo insurgente.
“En ese momento, la guerrilla todavía estaba planteando que en vez de
esa guerra nos construyeran caminos, puentes, escuelas, que nos dieran
créditos, ganado para meter a los potreros. Esa era nuestra opinión”,
continúa Guaraca convencido de que esas motivaciones son tan válidas
ayer como hoy, y que la lucha del campesinado colombiano es básicamente
la misma.
Para él, no importa si los que van a hacer parte de la mesa
negociación son viejos o jóvenes, finalmente, según su experiencia, las
demandas por las que hay que luchar son las mismas: las condiciones
sociales que llevaron a este puñado de hombres a armarse y defender una
clase social.
Luego, contradiciéndose, señala que es importante rechazar las
opiniones de los que piensan que la guerrilla sólo habla del pasado.
“Para algunas personas, que piensan que la guerrilla de las Farc somos
un poco de viejos de pelo blanco que nos quedamos en Marquetalia no
tiene importancia la presencia en los diálogos de quienes participamos
en las luchas del comienzo. Estas cosas de la paz no se pueden resolver
si no se habla de Marquetalia”. Sentencia con vehemencia.
Su mente vuelve a las montañas del sur del Tolima, del Huila y el
Norte del Cauca; se regresa a la época de los 16 mil soldados ubicados
en Gaitania, listos para atacar a los “bandoleros” comunistas; retorna a
la estrategia de guerrillas móviles, totales y absolutas.
“El gobierno de Guillermo León Valencia dijo en el 62 que en tres
semanas acabaría con nosotros, y llevamos más de 48 años de
resistencia”, dice entre irónico y orgulloso de su lucha.
Pasado y presente
Guaraca no solo es testigo de la dinámica de la guerra, sino de la
decepción de cada intento de diálogo. Vivió los procesos de pacificación
en los sesenta, presenció los acuerdos de La Uribe en los 80 y sufrió
el exterminio de sus compañeros de la Unión Patriótica.
Su memoria, como la de varios de los que hoy están sentados en la
mesa de diálogo, conserva esos recuerdos. Por eso se nota en sus
palabras que desconfían del gobierno, sobretodo cuando se habla de
dejación de armas, participación en política y reinserción a la vida
civil.
Entonces responde claro, con la voz de guerrero y la mirada de luchador campesino, a una pregunta que le genera de incomodidad.
¿Por qué deciden las Farc aceptar el llamado del gobierno y sentarse a hablar?
No es el gobierno el que ha llamado a hablar. Las Farc, hace
mucho tiempo, incluso antes de surgir como movimiento guerrillero, ha
tenido una concepción de diálogo. Desde la segunda conferencia (1966),
en la que se crea oficialmente la organización, se habló de un posible
entendimiento con el gobierno para hablar de paz. Lo que pasa es que no
hemos visto ninguna garantía para establecer un proceso verdadero y
comprometido para acabar con el conflicto en Colombia.
Es la guerrilla la que ha planteado la voluntad de paz. Ahí yo
diría lo contrario: ¿Por qué Santos acepta el llamado de las Farc?, qué
hay detrás de eso si hace muchos años están diciendo que las Farc están
derrotadas, arrinconadas en la selva, que perdió sus principales jefes…
¿por qué? Es mi pregunta, Juan Manuel Santos acepta este proceso.
La burguesía está reconociendo que la guerrilla existe y que
tiene grandes posibilidades de seguir y de continuar la resistencia. Que
es una guerrilla probada en la práctica, así que son ellos los que han
aceptado sentarse a la mesa a conversar. Esta voluntad de paz no
significa que las Farc hayan fracasado, al contrario. El grupo está bien
política y militarmente.
“El viejo”, como le dicen las personas cercanas a él, aborda todos
los temas en un solo discurso, a pesar de no tener altos niveles de
escolaridad, pues ingresó a las Farc a los 15 años, puede hilar el
pasado y el presente en pocas palabras, usar referencias históricas
antiguas para ilustrar una situación actual.
Guaraca es un campesino que lleva más de una década en La Isla, debido a problemas de salud. |
La voluntad de paz, según Guaraca, es incondicional y ha permanecido
como una categoría fija dentro de la estructura guerrillera. Sin
embargo, tanto las amnistías inconclusas como la persecución a los
movimientos políticos que han surgido de negociaciones anteriores, lo
autoriza a ser escéptico.
Las Farc, de acuerdo con el histórico guerrillero, llegan al proceso
de paz con dos certezas en la cabeza: no es el momento de entregar las
armas y negociar el fin del conflicto no significa, para nada, el
fracaso de la organización.
¿Osea que las Farc llegan a la mesa de negociación con una especie de certeza histórica de que no hay que entregar las armas?
Puedo decir que sí. Las Farc tienen una profunda voluntad de paz
porque no puede ser que Colombia sea la excepción a la realidad
latinoamericana y perpetúe una guerra. Eso no quiere decir que se piense
en entregar las armas, desmovilizarse y rendirse.
Hay una voluntad de lucha y de resistencia muy grande. Algunos
dicen que hemos sido golpeados y eso es cierto porque desde que llegó
Uribe al poder hemos perdido hombres importantes; pero la experiencia le
dice a las Farc que todavía no es el momento. Por una colaboración a la paz, nos pueden agarrar desarmados en un tiempo. Y eso sería un éxito para la burguesía.
Por lo demás, hay que esperar los resultados como vengan. Si el
gobierno acepta modificar la estructura actual, veremos qué pasa. Hay
una agenda de cinco puntos, pero algunos son muy bastos.
Suena el teléfono, el diálogo se interrumpe. Jaime Guaraca mueve
despacio sus manos para intentar alcanzar el auricular que está a su
lado derecho, y habla.
“Ahí regular no más” dice a quien está del otro lado de la línea. Se
refiere, seguramente, a su estado de salud, que a pesar de que lo obliga
a tomar medicinas casi todo el día, lo mantiene vital y lúcido.
“Ah bueno, las amnistías le han hecho mucho daño al país. Y esa
experiencia la tiene las Farc”, afirma después de colgar. Por eso
insiste en la prudencia a la hora de avanzar en la discusión de la
agenda y, sobretodo, al momento de entablar acuerdos con “la oligarquía
que representa Juan Manuel Santos”.
La negociación
Todos los negociadores que llegaron a Cuba han pasado por la casa de
Guaraca y le han pedido consejo. “Ellos quieren hacer la paz, pero usted
sabe que siempre el que se retira de la mesa de diálogo es el
gobierno”, dice. La estructura jerárquica de las Farc, tan militar como
la de cualquier ejército, le permite ser una voz autorizada dentro de la
organización, así no vaya a ser tenido en cuenta como un actor para
negociar.
Este campesino del sur del Tolima supo desde el principio los motivos
del conflicto armado en Colombia, y contribuyó a establecer una
resistencia que se convirtió en un grupo con alguna representatividad en
las regiones, aunque genera rechazo en gran parte del país.
El gobierno siempre ha dicho que el modelo de desarrollo no
está en discusión, ¿usted cree que es necesario discutir las causas del
conflicto para acercarse a un proceso de paz real?
Si no se discute el problema de la tierra, no tiene sentido el
diálogo. La tierra es el verdadero origen del enfrentamiento armado, y
mucho más ahora que la tenencia y distribución se ha profundizado en
contra de los campesinos colombianos.
Eso es ilícito. Necesitamos que el modelo de restitución de
tierras se revise. No estamos de acuerdo con la titulación de tierras
que plantea el gobierno, porque la gente debe recuperar su territorio.
Las Farc también quiere que en la mesa de diálogo se hable de la
inmensa concentración de tierra en Colombia a manos de las compañías
transnacionales. Estas empresas se han apropiado de una cantidad de
hectáreas que están sembrando biocombustibles. Con los años, esos
terrenos quedarán estériles debido a la fumigación. Así Santos no
quiera, esos temas se tienen que discutir.
A pesar de las dificultades tecnológicas, Guaraca está enterado de lo
que sucede en la política nacional. Sabe de los discursos del
presidente Santos, o de la negativa del ministro de agricultura para
discutir la ley de víctimas en la mesa de diálogo.
El hogar de Guaraca es un santuario de las Farc, lleno de mensajes y símbolos. |
Como cualquier negociador, pone presión sobre los temas que le
interesan y que cree que van a llevar a las Farc a un mejor escenario,
una vez se firme el acuerdo que ponga fin al conflicto armado en
Colombia.
Guaraca sabe del “rabo de paja” de las Farc. Es consiente de que
sectores del país quieren ver a los jefes de la organización en la
cárcel antes de que puedan incorporarse al juego político. La lucha
armada se ha degradado, y sus delitos de lesa humanidad como el
secuestro de civiles y el uso de armas no convencionales aparecerán como
obstáculos.
No en vano, ‘Simón Trinidad’ afirmó pocos días después de ingresar a
una cárcel en Bogotá, consiente que iba a ser extraditado, que el
secuestro es “el mayor lastre político” que carga consigo la guerrilla
de las Farc.
¿Cómo ve el tema de la justicia en el proceso de diálogo?,
¿Los guerrilleros deben pagar años de cárcel por los delitos que han
cometido?
En este tema hay que aclarar muchas cosas. Primero que todo, el
país debe ser consciente que llevamos 48 años en guerra y en un
conflicto se cometen delitos.
Sobre el secuestro, las Farc han capturado en combate a soldados y
policías, a coroneles del ejército, a oficiales y suboficiales, y a eso
lo consideran secuestro. ¿Es secuestro capturar soldados y policías
armados hasta los dientes?
Si a la guerrilla se va a condenar por secuestro, el problema se
alargaría. Quién va a condenar, por ejemplo, a los miles de falsos
positivos, a los miles de desaparecidos, a los que han realizado fosas
comunes. La justicia debe ser para todos.
Guaraca elude el principal señalamiento que ha hecho la sociedad a
las Farc, que es el del secuestro extorsivo para financiarse. Solo
afirma que la guerrilla tuvo, durante un tiempo, “una política de
retener civiles que tengan condiciones económicas para que aportaran” a
la revolución.
Sin embargo, según él la práctica fue modificándose y el grupo
insurgente se encaminó a una postura de “llamar a la persona y decirle
“usted participa con dinero al Estado para la guerra, entonces nos dará
dinero a nosotros para la paz” y así ha habido gente que ha aportado”.
Termina reivindicando la nueva postura de las Farc, en la que se
comprometió públicamente desde el 26 de febrero de este año a dejar la
práctica de retención de “hombres y mujeres de civil con fines
financieros”, como señaló ‘Timochenko’ en aquella ocasión.
El futuro
Durante toda la conversación, Guaraca reivindica varios puntos. La
resistencia histórica de las Farc, la capacidad de maniobra militar y de
influencia política del grupo guerrillero y la representatividad que
tiene en algunos sectores del país.
“En todo el continente se han creado grupos insurgentes,
revolucionarios. Pero en cada uno de los países, por una u otra razón,
se han ido cayendo y han desaparecido. El único lugar donde se mantiene
el movimiento es en Colombia y eso es sinónimo de que no ha fracasado
nuestra lucha”, afirma orgulloso.
Sin embargo, tanto en sus palabras como en las de otros jefes
guerrilleros se siente el cansancio de los años en el monte, de las
décadas de guerra. Por eso, tal vez, se la juegan en esta oportunidad
por la paz y la salida negociada del conflicto.
Además, saben que en el juego de la política todo puede pasar y que
si consolidan una base social pueden ir adquiriendo el espacio necesario
para implantar, desde la legalidad, las reformas que han defendido con
las armas.
Si el proceso de diálogo sale bien, ¿Las Farc tienen una opción real de poder?
Yo si creo. Además porque sin incluir a Marcha Patriótica, las
Farc tienen un espacio político propio, que es precisamente el proceso
de formación del Partido Comunista Clandestino, que está en los campos y
ciudades del país; y también es el Movimiento Bolivariano por una nueva
Colombia.
Estas expresiones populares solo saldrán a la luz pública cuando
existan determinadas condiciones, y eso lo decidirá la dirección. El
movimiento está fuerte porque tiene una base social y un trabajo de
masas y puede hablar de esa fortaleza en un eventual espacio político.
Guaraca afirma que las Farc no tienen nada que ver con la naciente
Marcha Patriótica, que no la crearon ni están vinculados. Dice que
mientras existan los paramilitares y no haya condiciones políticas, los
“movimientos revolucionarios que genere el diálogo” no tendrán mucha
vida.
“El viejo” está esperando a alguien más, así que sus últimas
respuestas son de pocas palabras. Vuelve a dejar en claro la intención
de paz del grupo guerrillero e invoca de nuevo a Marulanda, su amigo.
Aquel a quien persiguieron “17 presidentes de Colombia y de Estados
Unidos y que solo la naturaleza nos lo quitó”.
Detrás del lugar donde estoy sentado hay otra imagen. Son dos hombres
en otro marco de madera café, dos guerreros en una fotografía a blanco y
negro tomada en algún lugar del campo colombiano.
Jaime Guaraca se acerca y dice: “¿Sabe quién está ahí con ‘Manuel Marulanda’?
“Este pechito. El último guerrillero comunista”.
Guaraca muestra la imagen que tiene con Manuel Marulanda Vélez, tomada en algún lugar del campo. |
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