Caterine Ibargüen logra histórico oro en mundial de atletismo
Martha Ruiz
Estos triunfos le hacen a uno sentir tanta emoción, pero también un poco de pudor, por sentir que estos atletas han tenido que luchar tanto para lograr llegar allí.
José Alejandro Castaño escuchó a la gente que se ha salvado de morir bajo las llantas de un camión.
Recogieron
lo que pudieron. Socorro tenía cinco años y estaba disfrazada de hada
madrina. Su madre copió el traje de un cuento de Pinocho con las páginas
rayadas. Fue un 31 de octubre, día de los niños, entre Chinchiná y
Santa Rosa de Cabal, en la vía hacia Pereira. El camión era de rollos de
papel higiénico y toallas de cocina. La policía lo dejó allí mismo, con
las luces parpadeando, mientras dos agentes le tomaban la declaración
al conductor. “¡No la vi!, ¡no la vi!, ¡no la vi!”, decía el hombre
sollozando. Un vecino recuerda que las alas del disfraz quedaron
enredadas en el armazón de la carrocería y que su mujer, sin que nadie
se lo pidiera, lavó las llantas sucias antes de que las pusieran a rodar
otra vez. Pasa cada tanto en los bordes de las carreteras de Colombia:
que la muerte es una cicatriz de caucho, larga, negra. Al final de ella
un lodazal de sangre.